A veces, parece que es imposible dar un paso. Sin embargo, alrededor todo pasa, todo se mueve: hacia arriba, hacia abajo, hacia el futuro, hacia el pasado, las vidas cambian, a cualquier sitio, desde cualquier sitio, sin avisar. Es imposible no mirar tales recorridos con un punto de alegría y otro más pequeñito de rabia, nostalgia o hasta envidia.
De repente, un día, una llamada, una persona destruye el estatismo. Vacía un cubo de agua fría en la cabeza y te empuja, suave pero firmemente, hasta conseguir un ritmo propio, sorprendente muchas veces de lo rápido que puede ir. Y eso da miedo.
Da miedo y al mismo tiempo curiosidad. Sin lo último, los pasos serían impensables: la imaginación se sobrealimenta, algo bueno en estos tiempos de vida mascada, lavada, suavizada y preparada.
El miedo es el preaviso de nuevas formas de entender y vivir el mundo. Y a él, ya se ha acostumbrado el cuerpo y el alma, desde siempre. La mayoría de las veces es pagado y otras veces es cada quien el que paga… Todo sea por la oportunidad.
De repente, un día, una llamada, una persona destruye el estatismo. Vacía un cubo de agua fría en la cabeza y te empuja, suave pero firmemente, hasta conseguir un ritmo propio, sorprendente muchas veces de lo rápido que puede ir. Y eso da miedo.
Da miedo y al mismo tiempo curiosidad. Sin lo último, los pasos serían impensables: la imaginación se sobrealimenta, algo bueno en estos tiempos de vida mascada, lavada, suavizada y preparada.
El miedo es el preaviso de nuevas formas de entender y vivir el mundo. Y a él, ya se ha acostumbrado el cuerpo y el alma, desde siempre. La mayoría de las veces es pagado y otras veces es cada quien el que paga… Todo sea por la oportunidad.