Podía escucharme sin ningún problema. Lo que parecía que era mi voz, o al menos lo que yo creía que era. El problema no parecía estar en mí. Pero hablaba y nadie escuchaba. Movía los labios, gesticulaba, y nada. Parecía que estaba en un sitio, pero al mismo tiempo tenía la sensación de haber desaparecido, de ver y no ser vista.
Ahora bien, si cerraba los ojos, lo contrario ocurría: me encontraba de nuevo rodeada de gente, de muchos, de pocos y hablábamos y reíamos y me escuchaban. En ese mundo era feliz y allí me quedaba hasta que el día comenzaba de nuevo. Y yo abría los ojos, y veía sin que me vieran y hablaba sin que me escucharan. Sólo tú, que estás en esos dos mundos y te escapas de uno a otro sin problema. ¿Qué pasaría si cerraras tú los ojos? ¿Seguiría yo en tu mundo?
Ahora bien, si cerraba los ojos, lo contrario ocurría: me encontraba de nuevo rodeada de gente, de muchos, de pocos y hablábamos y reíamos y me escuchaban. En ese mundo era feliz y allí me quedaba hasta que el día comenzaba de nuevo. Y yo abría los ojos, y veía sin que me vieran y hablaba sin que me escucharan. Sólo tú, que estás en esos dos mundos y te escapas de uno a otro sin problema. ¿Qué pasaría si cerraras tú los ojos? ¿Seguiría yo en tu mundo?