lunes, diciembre 11, 2006

La aventurera

Todos los días igual. Tan puntual como el mejor de los relojes suizos, La Mujer hacía el mismo recorrido una y otra vez a lo largo de la calle donde yo vivía. La miraba saludar a algunos transeúntes que ella seleccionaba cuidadosamente, sonriendo, sin soltar la gastada bolsa de papel que siempre la acompañaba, de la que sacaba de cuando en cuando un trozo de galleta o de pan, o de lo que hubiera ese día. Nunca entraba en ningún portal. Se conformaba con llegar hasta el final de la calle y volver, sin descanso, pero con un paso tranquilo.

Yo era nueva en el barrio y sin embargo, ya me había acostumbrado a muchos de sus personajes: el flautista, los gitanos de la música, los niños en el parque… y la anciana. Nadie sabía de dónde venía o si vivía allí pero era una conocida de siempre, caminante incansable.

Un día, me crucé con ella en mi camino al trabajo y ese día, fui una de sus elegidas. Aproveché el momento para unirme a ella y preguntarle qué hacía: Me dijo que le daba la vuelta al mundo y como no podía pagar tantos aviones y tenía que cuidar a sus nietos por las tardes, iba acumulando kilómetros cada mañana sin que ninguna fuera igual a la anterior: si el mundo viene a mí, ¿para qué tengo que ir más lejos?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

este es uno de tus blogs que me gusta tanto que lo leo varias veces...
la mama de Luciana

Anónimo dijo...

esta historia ratifica la maxima popular, hay que buscar primero internamente lo que se busca en los demas.... Besos RF

Anónimo dijo...

No hay fronteras y no hay fin en las busquedas que se plantean las personas en su vida, siempre se camina y camina hasta que llegamos al fin del mundo

Anónimo dijo...

Me gusto este Pili!! yo se que estoy un poco tarde pero apenas hoy entre y lei un poco de nuevos y este fue el que mas me gusto.

Un abrazo y no dejes de escribir!

Victor (Kike, segun tu)