viernes, noviembre 24, 2006

Étoiles

Para C, con H
Parecía que la noche no llegaba nunca. Hacía varias horas que sobre una manta colocada en el suelo, me conformaba con mirar las formas del cielo. Y vi figuras de mujer y dragones echando fuego y animales y figuras geométricas y olas. Estaba tan concentrada en esta suerte de cadáver exquisito que se paseaba a su antojo delante de mis ojos, que no escuché los pasos que venían desde atrás y se detenían justo detrás de mí. Fue más bien su sombra la que anunció esta visita inesperada de unos ojos que me miraban y me sonreían.

Me incorporé, entre extrañada y, sinceramente, algo asustada. No sabía de quién se trataba. En los años que tenía viniendo a ver las estrellas, nunca me había encontrado con nadie, una ardilla a lo mejor, pero nada más.

Mi visitante tenía botas de montaña y uniforme de empleado del parque. Sin dejar de sonreír se sentó a mi lado. Sacó del bolsillo de su camisa un papel, un tanto arrugado y envejecido, lo abrió, se acercó a mi oído y susurró: «Donaudampfschiffskapitänmützeloch». Una nueva sonrisa de despedida se lo llevó de vuelta al lugar de donde había venido y yo, volví a echarme. Miré al cielo y vi cómo comenzaron a aparecer mis deseadas estrellas. Entonces lo entendí todo. Era él quien las llamaba.

1 comentario:

Raiza Ramírez dijo...

Una persona que llama a las estrellas... es hermoso. Te cuento que tambièn existen los que fabrican besos y los distribuyen con la brisa, de manera tal que todos podamos contar con muchos besos para repartir durante el dìa. Los màs tontos no saben esto, asì que no suelen besar a mucha gente.
Tambièn estàn los que pintan los arcoiris cuando los otros estàn descuidados protegièndose de la lluvia. Esos artistas anònimos que no se cansan de los mismos siete colores y la misma forma aunque hayan pasado tantos años.
Tambièn estàn los que siembran abrazos que terminan convirtièndose en frutas frescas y al comerlas, sientes que estallan en la boca, casi como abrazàndose al cuerpo... eso pasa con las fresas, las cerezas y tambièn con las moras. Y con algunas uvas.
Son algunos personajes maravillosos que suelen pasar desapercibidos en la vida cotidiana.
Pili, gracias por recordàrmelos.
R.