lunes, abril 03, 2006

Egoísmos oníricos

Gentes de colores, niños sin cara, cielos bermejos y paraguas que vuelan por los aires, descontrolados, furiosos, pero al mismo tiempo cansados de volar. Todo esto ocurría mientras dormía y luchaba por despertar. Finalmente lo logré. Y entonces quise cerrar los ojos de nuevo. El paisaje era el mismo. El tiempo había pasado, pero no en mi cabeza ni en la suya. Él seguía lleno de contradicciones, ambigüedades e incertidumbres y se metía en mis pensamientos, sin preguntar siquiera. Era como si todo le perteneciera, pero no era así. El tiempo seguía pasando y la puerta se cerró para siempre.

8 comentarios:

Luis Moreno Villamediana dijo...

La puerta es la que elige...

Anónimo dijo...

...Él me abrazo fuertemente como si intentará darme una disculpa porque nunca me amó, porque jamás sería para mi, mientras tanto yo contenía las ganas inmensas que tenía de llorar. Él me abrazaba más y más fuerte para intentar calmarme, pero sólo logró angustiarme más. En ese preciso instante, que contradictoriamente fue eterno, yo entendí que su destino jamás sería el mío y que sería la última vez que volveríamos a vernos.
Y que es todo salió mal desde mi llegada al aeropuerto... tenía muchas ganas de verlo, grandes expectativas, había pasado tanto tiempo, tantas conversaciones por teléfono, tantos planes, tantas dudas... yo acudí llena de nerviosismo a su encuentro, él me esperaba aparentemente imperturbable como siempre, apoyado en una columna, llevaba puestos unos lentes oscuros, yo quería abrazarlo pero él sólo pronunció un frío “hola”, un medio toque en el brazo, un displicente comentario sobre la impuntualidad de la hora de llegada del avión y finalmente un “vamos”, eso fue un trato menos cordial del que se le debería a dar a un buen amigo... y yo me dije: “este es el principio del fin”.
Finalmente, después de zafarme de ese abrazo tan intenso, tomé mis maletas. Otra vez en el aeropuerto, él intentaba hablarme, decirme cualquier cosa que pudiese acabar con el terrible silencio que marcaba las grandes distancias de dos cuerpos, dos seres, dos almas...
Él nuevamente intentó darme un abrazo, el que anuncia la temible despedida (en mi caso más que esperada y muy deseada además), pero esta vez yo no me dejé, le dije con voz algo tosca: “adiós”, agarré bien fuerte mis maletas y el bolso cruzado en mi cuerpo y corrí como una niña hasta el ahora bendito lugar de “sólo pasajeros”. Era la primera vez en mi vida que no volvía a mirar atrás, que no dudaba en tomar una decisión.
Con mi boarding pass en la mano, caminé hacia la sala de espera, miré las pocas sillas vacías que quedaban y me senté en una de ellas, en medio del bullicio ensordecedor de la gente, nuevamente pude respirar.

En mi mente sólo un bolero muy acorde con lo vivido y el final de esta historia: “La puerta se cerró detrás de ti y nunca más volviste a aparecer, dejaste traicionada la ilusión que había en mi corazón por ti.”

AndreS dijo...

ay verga ahora mexi tambien con testamentos...

Anónimo dijo...

Qué bueno que fue sólo un sueño!!!

Anónimo dijo...

TRANQUILA MEX ESE COÑO ERA MARICO

Anónimo dijo...

sueño o realidad, lo cierto es que el tiempo lo cura todo(o casi todo) y yo doy gracias por eso.

Anónimo dijo...

marico..? se empató con un culo más güeeeeno....

Anónimo dijo...

no joda más buena estoy yo!!! jajajajajaja