lunes, abril 24, 2006

El sueño del escritor

El suelo helado entumeció mis pies sin pedir permiso. Miré a mi alrededor pero no veía las pantuflas mullidas y usadas por muchos inviernos como éste. Seguro ella las tenía puestas. Sin verla, la imaginé en la cocina preparando el desayuno mientras tarareaba alguna canción de esa loca islandesa que ella adoraba y yo temía por su cara, una cara de asesina, de ser capaz de matar a sus hijos y comérselos con su archiconocido vestido de ganso.

Finalmente, mi vejiga se impuso a la pereza y al suelo helado y bajé de la cama. Caminé directo al baño, no sin antes verla, tal como la había imaginado unos minutos antes.

Me deshice de mis líquidos y volví donde ella estaba. La abracé por detrás y la besé en el cuello. Ella respondió con su sonrisa de siempre, ésa de la que me enamoré hace más de 10 años después de alguna borrachera y muchas risas más embriagadoras. Pero hoy es un día especial.

Hoy es el día en el que me confesaré. Le diré toda la verdad. Y después, la mataré igual que hice con las otras y seguiré con mi vida. A fin de cuentas, he tenido muchos años y prácticas para cometer otro crimen perfecto. Sin armas. Sólo con palabras.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El silencio también mata... creo que ya estaría muerto uno que se hace llamar "caballero hidalgo" y que aludiendo a su nick, me atrevo a asegurar que no será el primero ni el último en nada.

AndreS dijo...

a mexi.. A que no has visto mi blog? seguro que no verdad?

Oscar y su diario de un viajero marabino dijo...

Excelente amiga

Anónimo dijo...

Cada vez que entro al blog no puedo evitar volver a leer este relato, coincido con el viajero, esta excelente... Los sentimientos mueren de cansancio y astío o los matan de muchas formas, pero menos mal que tienen el poder de resucitar despues de un tiempo...

Anónimo dijo...

Buen cuento...si puedieramos ver en la mente de las personas estoy segura que no nos sorprederiamos de lo que piensan los demas.