viernes, noviembre 03, 2006

Ella

Ella decidió que iría al supermercado. Total, le quedaba en el camino de vuelta y así aprovecharía para ver si dejaba de llover de una buena vez. Pensó en hacer un pastel de manzana y luego de haber buscado algunos ingredientes, fue a la sección de frutas. Las había de todas las procedencias, orígenes y colores. Ella buscaba manzanas reinetas, así que paseó su mirada por algunas variedades y las vio. Puso una bandeja en la cesta y de repente, se encontró con el inequívoco recuerdo de la infancia.

El árbol de granadas estaba al lado del limonero y era, junto a los de mango y el de níspero, uno de los más fértiles. Siempre podías contar con alguna en su punto justo y un sabor inmejorable.

Era muchas veces, el complemento perfecto a una tarde aburrida, una diversión simple y aparentemente inofensiva.

No recuerda cuándo se llevaron el árbol. No sabe si fue que se murió o si lo quitaron en alguna remodelación. El hecho es que poco a poco de su cabeza desapareció también el árbol, la fruta, las tardes aburridas después de tanto jugar... Hasta una tarde lluviosa en un supermercado al otro lado del océano, cuando se dio cuenta que desde que había desaparecido el árbol, nunca más había probado una granada ni tiene intención de hacerlo, a menos que sean de su casa.

4 comentarios:

Busaquita dijo...

Esas granadas son las mejores del mundo. Porque saben a infancia, a abuelos, a calor. ¡ojalá que pronto puedas comer muchas de esas!

Anónimo dijo...

que bonito Pili, lamento mucho lo de las granadas, segurito que fue cuando hicieron el bohio...
miru

federico b. dijo...

QUE SE BEBA UN YUKERI FRUTA DONDE LO PONGAN!!!

Anónimo dijo...

verga Pilar, y a vos te gustan las granadas?
no te creo a vos no te gustan esas cosas....anamoly