Ayer hablaba con mi amiga Henmy sobre este blog. Me dijo que estaba muy contenta de que lo hubiera hecho público porque según ella, yo escribo bien (gracias Henmy, de nuevo). Sin embargo, me dijo algo: "lo único es que son muy cortos". Y bueno, a lo largo del día, pensé al respecto... ¿Cuánto debe medir un blog para que no aburra y al mismo tiempo sea, o al menos parezca, profundo?
Si nos atenemos a aquello de que el estilo debe adecuarse al medio donde se publica, muchos blogs tendrían sus días contados, porque según dicen los que saben, cuando se escribe algo que se publicará en internet, el lenguaje debe ser claro, sin profundizar demasiado; debe ceñirse a las generalidades porque para profundidades están los libros y los periódicos...
Está claro que esto no es un libro o un periódico, pero son mis líneas, ¿no? Así que, señores expertos del "estilo internético", no sé si después de esta declaración de principios les pareceré un fenómeno circense, pero en mi blog al menos, el tamaño no importa.
PD: Aprovecho para felicitar a los maravillosos escritores que han participado en el Exercice de Style. La verdad, he disfrutado leyéndolos a todos (bueno, en el del cuti casi se me desorbitan los ojos, pero fue una versión bastante peculiar). Recuerden que tenemos que llegar a 99 por lo menos y a los que les provoque repetir, por aquí los esperamos.
2 comentarios:
Hola Pilar
En cierta forma tienes razón. No debe ser demasiado largo para que no aburra y ceñirse a la idea principal. ¿Pero qué hacemos los que no somos periodistas? ¿Qué hacemos aquellos a los que no no suena la alarma al llegar a la segunda cuartilla (y no le tenemos miedo a las subordinadas relativas, por eso no vivimos pendiente del "cuyo (a)", "el cual", etc.)? Ves, burla burlando van dos delante. Ya está tipo largo ¿no?
Pero sí, indudablemente escribes bien.
Ciertamente a principio de semana le comenté a Pilar lo contenta que estaba porque ella estuviera escribiendo... Desde que la conozco. Bueno no a ella sino lo que escribe, lo disfruto mucho. Me parece que lo hace muy bien. Y es algo que va más allá de que Pilin tenga no sólo un buen dominio del español –aunque para los que no saben eso debió ser a la excelente formación académica con la que contó. Imagínense ya a los cuatro años las monjas de su colegio le habían mandado a leer “Cien años de soledad” cuando una mortal como yo lo que leía era Condorito. Y no es que lo leía. Apenas comenzaba a unir letras para formar palabras. Y Pilar ya había LEÍDO “Cien años de soledad”-.
Así que Alberto son innumerables las razones por las que pienso y creo que Pilar escribe bien. Hoy me permitiré compartir con algunos de ustedes algo que escribí hace ya algunos años y que a lo mejor nada tiene que ver con esto, pero bueno Pilar me dijo que allí estaba su “blog” para que escribiera lo que quisiera. Que ella no me censuraría y eso haré sólo cuando de verdad me provoque hacerlo.
Hace ya algunos años se fue mi mejor amiga. Se marchó –aunque ella diga lo contrario- la que me enseñó que la impertinencia es sinónimo de inteligencia. Ya no está la que oriento mi pasión por la escritura, esa que le demostró a todos que no se necesita ser buena estudiante para ser brillante.
En ese momento me permití y me sigo permitiendo estas palabras cargadas de halago porque ella significó y significa mucho en mi vida. Lleva algunos años sin estar tan cerca de mí. Siempre me dije que ella se fue para demostrarles a todos que era superior. Sé que ella está creciendo como profesional y como persona en ese nuevo país donde vive. Ella se llama Pilar. Sé que nos hace mucha falta. A mí, a Mildred y, hasta a los que no tuvieron la oportunidad de compartir grandes momentos con ella.
Hoy nuevamente quiero aprovechar la oportunidad que me brindan mis pensamientos, mis manos, el teclado y ahora este “blog” para agradecerle muchas experiencias, enseñanzas y momentos. Nuevamente en mi nombre y en el resto de los amigos. Aunque habrá quienes no la conocieron como yo. Pero el tiempo –las horas y los días- significó mucho.
Pilar me dejó una teoría, una enseñanza “la amistad es buena cuando es espontánea y no forzada”. Ahora que ya no está, pienso con este deje de poesía cursi y tonta, que seguirá conmigo mientras dure el recuerdo de su presencia. Aunque pienso que durará bastante. Lo digo porque tomo en cuenta la verdadera amistad que existe la cual hace que haya un sentimiento sabroso, el más leve que puede incursionar en el corazón humano y sobre todo desinteresado.
Un afecto personal, reciproco que me proveyó de un familiar selectivo y no impuesto porque, definitivamente, Pilar es la sangre elegida.
Ay Alberto y otros lectores... Disculpen mi falta pero aún no les he dicho quién es Pilar. Cuando entré a la universidad donde comencé a dedicarme a esto de la escritura, ella representó una especie de faro en mis inicios de vaciar mis pensamientos en el crisol de la palabra impresa. Ella se convirtió en lo más perfecta que tengo como amiga. Pilar ya no está tan cerca para corregir mis textos y decirme cómo se forja una obra inmortal. Por supuesto, sé que está el recurso de la internet pero... creo que ya no es tan necesario para corregir preposiciones mal empleadas o verbos mal conjugados.
Hoy lo único que sigo lamentando es haberme rehusado internamente a su partida y a haberla despedido. Lo que ocurre es que a mí se me antojan muy difíciles las despedidas. Siempre necesito contar con el milagro de la presencia física. Con un milagro que durante todo este tiempo sea capaz de llenar tanta ausencia.... ese milagro hasta ahora ha sido la internet, que hoy día la usamos sólo para acortar distancias y no para corregir textos mal...
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